Terapia Dialéctica Conductual en el tratamiento del TLP

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La Terapia Dialéctico Comportamental (DBT), desarrollada por Marsha Linehan, surgió como una adaptación de la Terapia Cognitivo Conductual (TCC) al tratar con pacientes severamente perturbados y multiproblemáticos, especialmente mujeres con conductas suicidas y autolesiones. Inicialmente centrada en técnicas de cambio propias de la TCC, como el entrenamiento en habilidades y el análisis conductual, se observó que muchos pacientes abandonaban el tratamiento por sentirse incomprendidos. La incorporación de estrategias de aceptación y validación permitió mejorar la alianza terapéutica y la permanencia en el tratamiento. El núcleo del modelo se basa en una dialéctica entre el cambio y la aceptación, reconociendo que integrar emociones intensas con pensamiento racional es esencial para lograr una vida que valga la pena ser vivida. Así, la DBT combina el enfoque conductual, la atención plena y la filosofía dialéctica, equilibrando la estructura terapéutica con la flexibilidad en la relación paciente-terapeuta.

las pacientes con trastorno límite de la personalidad tratadas con DBT mostraron una reducción significativa en conductas suicidas, menor necesidad de hospitalización y una mayor adherencia al tratamiento en comparación con quienes recibieron atención tradicional, lo que demuestra la eficacia de este enfoque en contextos clínicos complejos.

(Linehan et al., 1991)

La Terapia Dialéctico Comportamental (DBT) cuenta con una sólida base empírica que ha demostrado su eficacia en múltiples estudios, siendo actualmente uno de los tratamientos con mayor respaldo científico para el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP). Desde el primer estudio de Linehan en 1991, se observó una reducción significativa en conductas suicidas, hospitalizaciones y síntomas emocionales en pacientes que recibieron DBT frente a otros tratamientos. Su eficacia se ha replicado en personas con trastornos por uso de sustancias, trastornos alimentarios, depresión crónica en adultos mayores, adolescentes suicidas, y poblaciones en contextos penitenciarios, entre otros.

Además, ha sido adaptada exitosamente a diversos países y culturas. La DBT no es solo una psicoterapia, sino un programa estructurado que incluye terapia individual, entrenamiento grupal en habilidades, coaching telefónico, participación de familiares y reuniones clínicas del equipo terapéutico, todo bajo un enfoque común basado en los principios de aceptación, cambio y validación.

Quizás cobre importancia recordar los principios básicos que adopta el equipo tratante
con inspiración DBT:

La etapa de pretratamiento en DBT se enfoca en la evaluación inicial, la orientación del paciente y el fortalecimiento de la adherencia al tratamiento. Incluye una psicoeducación adaptada específicamente al Trastorno Límite de la Personalidad (TLP), que no solo informa, sino que también valida la experiencia subjetiva del paciente. Se establecen acuerdos claros sobre los objetivos clínicos, duración del tratamiento, modalidades terapéuticas (individual, grupal, familiar) y límites del terapeuta, como contacto en crisis. Esta fase también contempla posibles dificultades de motivación, por lo que puede integrarse el modelo motivacional. En conjunto, esta etapa prepara un marco estructurado pero flexible que respeta la individualidad del paciente, lo cual representa la primera aplicación práctica del enfoque dialéctico.

La DBT propone que el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) surge de la interacción entre una vulnerabilidad emocional biológica y un entorno invalidante. La vulnerabilidad emocional implica una alta sensibilidad a estímulos negativos, reacciones emocionales intensas y un retorno lento a la calma. En contextos invalidantes, como familias que minimizan o exageran las emociones del niño, no se enseñan habilidades para identificar, modular o tolerar emociones. Esta combinación lleva a una desregulación emocional que se manifiesta en conductas impulsivas, dificultad para calmarse, y problemas de concentración. La teoría destaca que ni el componente biológico ni el ambiental explican por sí solos el trastorno: es su interacción lo que lo origina y mantiene. Estudios neurobiológicos respaldan esta visión al mostrar efectos similares entre el estrés crónico y la desregulación emocional.

Texto extraído de:

García Palacios, A. (2004). La terapia dialéctico comportamental para el tratamiento del trastorno límite de la personalidad. Información Psicológica, 84, 44-47.